Es la serie de Netflix de la que todo el mundo habla. Úrsula Corberó y Quim Gutiérrez protagonizan El cuerpo en llamas, un notable true crime sobre el caso de Rosa Peral. Si no recuerdas cuál fue este caso de 2017 y quieres ver la serie sin tener ni idea, quizás no te conviene seguir leyendo (si es todo lo contrario, aquí te contamos toda la historia real en la que se basa El cuerpo en llamas). Sin embargo, una de las mejores cosas que hace esta serie es admitir desde el principio que se basa en un caso célebre y no jugar con el "quién lo hizo". Desde el final del capítulo 1 nos queda muy claro que ambos protagonistas estuvieron implicados en la muerte que da pie a toda la serie, y lo que se sucede a partir de ahí es un desglose de los momentos previos y posteriores a esa muerte, desde cómo Rosa conoció a su primer marido hasta la primera visita de su hija a la cárcel.

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Es un retrato agudo y adulto que juega con la complejidad de sus personajes, con su moral, pero nunca con despistar al espectador sobre una historia que, a rasgos generales, es probable que sepa. Desde el principio nos queda claro que Rosa y Albert mataron a Pedro e intentaron inculpar al primer marido de Rosa. El final, por tanto, es un juicio que no juega con el resultado, culpable para ambos casos. Se trata de un retrato de cómo estos dos amantes se intentaron culpar mutuamente una vez que la cosa se torció. Todo un espectáculo en el que él era el "tontolbote" engañado por la femme fatale, y ella la mujer débil asustada entre hombres tóxicos y fuertes. Este debate, estas dos versiones, son realmente lo interesante de la serie y del caso de Rosa Peral. Aquí Netflix, eso sí, toma una decisión con la hija de Rosa que podría meterle en problemas.
Cuando acaba el juicio, la inspectora a la que interpreta Eva Llorach tiene una mueca que nadie acaba de comprender. Es un gesto sutil que recorre toda la historia pero que solo se explicita si vemos Las cintas de Rosa Peral, el documental que Netflix ha estrenado junto a la serie a modo de complemente, y en el que la protagonista habla desde la cárcel. Tras seis años encarcelada de los 25 de su condena, Rosa Peral sigue repitiendo su versión del juicio y de ahí no se ha movido un ápice. En el documental parecen recordarnos uno tras otro esas pequeñas alusiones que la serie solo se atreve a insinuar a través del descontento de la policía que la ha metido en la cárcel. La pregunta es ¿fuimos machistas con Rosa? Por supuesto, la serie deja muy claro que Rosa planeó la muerte de Pedro junto con Albert. Sin embargo, tanto la serie como el documental apoyan someramente la versión de Rosa.

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Rosa Peral también fue protagonista de un caso de pornovenganza, que perdió por partida doble, en el que una foto sexual suya fue enviada con un mensaje vejatorio a toda su comisaria desde su correo. El dueño del pene de la foto, según ella su superior, nunca fue probado. Rosa se cambio de comisaria y lo único que recibió por intentar defenderse fue desprecio, marginación y arrinconamiento en el cuerpo policial al que también pertenecía. Sin embargo, este escándalo sexual es también la base de la imagen pública de Rosa Peral, la de mujer promiscua con muchos amantes a los que los medios llamaron "viuda negra" mientras el juicio se realizaba con jurado, uno que no pudo sino estar influido por esta vorágine mediática que se centró mucho más en ella que él.

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Él, Albert López, se apoyó en el típico relato de hombre leal y fiel a su seductora amante que hace lo que sea por amor. Que eso, en 2017, haya podido ser pensado como excusa judicial para un asesinato nos da perspectiva para cuestiona por qué la versión de Rosa, la de mujer débil entre hombres tóxicos, celosos y maltratadores, no debería ser precisamente la que fue ridiculizada. Pero no, ella era la puta, la que estaba con muchos hombres. A ver cuándo a un hombre que ha matado a su mujer se le define en el juicio por haberse acostado con más mujeres... A Rosa sí. Netflix no se atreve, con El cuerpo en llamas, a decir que fuimos injustos con una asesina declarada culpable. Y acierta, no debería, pero también acierta al recordarnos que incluso un juicio con un veredicto justo puede haber sido machista. De ahí la mueca de la Ester, la inspectora de Eva Llorach.

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Por esta y otras reflexiones sobre las relaciones, la infidelidad, la posesión y, en definitiva, sobre cómo el machismo estructural marca todo en la sociedad, hasta el crimen femenino, a El cuerpo en llamas no le hace despistar al espectador con jueguitos sobre quién lo hizo en realidad.
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